PERSPECTIVAS
Gabriela Ruiz Serna

Como quintanarroense me preocupa la violencia cotidiana, esa a la que casi imperceptiblemente nos acostumbramos porque la vemos, la escuchamos o leemos en los medios, porque la inmediatez de las redes sociales para transmitir (o incluso generar) violencia fomenta el morbo de una sociedad estresada y poco atendida, pero también me preocupa la incongruencia.

El doble discurso y la inconsciencia van de la mano, porque mientras Cancún -que genera empleos y millonarias divisas para el gobierno federal- se ahoga entre tiroteos, desapariciones de jóvenes, asesinatos y crimen organizado, se anuncian millonarias inversiones para la edificación de miles de cuartos más en la ya de por sí congestionada zona de playas.

Estamos -por desgracia- en un círculo vicioso: más inseguridad, que afecta la imagen y ahuyenta turismo, lo que en algún momento obligará a los hoteleros a castigar sus tarifas en un intento por revertir el temor que implica la espiral de violencia; pero también la voracidad de quienes insisten en construir más y más cuartos de hotel a costa de los recursos no renovables, de la congestionada zona turística y de la corrupción de autoridades que ven sus intereses sin considerar los daños al entorno.

Poco a poco, en unos cuantos años de su joven vida, Cancún ha atravesado varios círculos viciosos, pero el de ahora debería preocuparnos a todos: si hay violencia y genera alertas en Estados Unidos de donde proviene la mayor cantidad de turistas, y temor en otros países cuyos ciudadanos consideran a Cancún para vacacionar, si ellos no visitan este destino, cómo van a llenar los miles de cuatros más?

La tranquilidad no se logra con mesas de trabajo para posar y tomar fotos, tampoco a través de redes sociales o con jefes policiacos publicitando que recibieron premios. La tranquilidad es el mayor atractivo de un destino turístico: saber que puedes transitar de día o de noche sin exponerte a tiroteos, robos, asaltos o cristalazos, saber que jóvenes o adultos pueden salir de noche y regresar a cualquier hora de la madrugada para llegar a su hotel o casa sin problema.

El Cancún que muchos conocimos se ha ido perdiendo poco a poco ante nuestros ojos con autoridades omisas, permisivas, corruptas y cómplices, ahora se han integrado ciudadanos como Consejeros de Seguridad, ojalá que la autoridad los escuche, ojalá que puedan, en conjunto, planear verdaderas estrategias, pero sobre todo, ojalá que entiendan que ya han matado a la gallina y solo quedan unos cuantos huevos de oro que todos deberíamos cuidar.

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