El día de hoy 14 de mayo de 2025 será recordado siempre en Bolonia. El equipo rossoblù logró un triunfo histórico al vencer por 1-0 al AC Milan en el Stadio Olímpico de Roma, coronándose campeón de la Copa Italia tras más de cinco décadas de espera. Una multitud acompañó al equipo, tanto en la capital italiana como desde casa, sabiendo que esta no era una final cualquiera: era una oportunidad para volver a escribir su nombre entre los grandes del fútbol italiano.
Ambos equipos llegaban con motivaciones distintas. El Bologna, dirigido por Vincenzo Italiano, había tenido una campaña sorprendente y llegó con hambre, determinación y sin la presión del favorito. El Milan, en cambio, con una plantilla más experimentada y rica en nombres, buscaba salvar la temporada con un título. Pero el guion se rompió cuando el conjunto rossoblù demostró desde el primer minuto que no estaba dispuesto a regalar nada.
Ndoye, el héroe inesperado
Cuando el partido parecía cerrado y con pocas oportunidades claras, apareció el suizo Dan Ndoye para cambiar la historia. En el minuto 53, un rebote tras un balón dividido cayó a sus pies dentro del área, y con una frialdad admirable, definió con un remate seco ante la salida de Mike Maignan. Fue el único tanto del partido, pero bastó para desatar la locura en la hinchada del Bologna, que sabía que ese gol podía valer una copa.
Ndoye no estaba en las portadas antes del encuentro, pero terminó siendo el protagonista absoluto. Su tanto significó mucho más que una ventaja: representó el momento exacto en el que la historia cambió de manos. Fue el golpe psicológico que el Milan no pudo revertir, y la chispa que encendió a un Bologna que, a partir de allí, supo manejar los tiempos y cerrar filas para asegurar el título.
Una defensa impenetrable
El trabajo defensivo del Bologna fue simplemente impecable. Jhon Lucumí, central colombiano, lideró una línea que no dejó espacios a los delanteros milanistas. Con anticipos firmes, coberturas constantes y juego aéreo seguro, Lucumí se convirtió en un muro infranqueable. Cada avance del Milan se estrelló con una muralla disciplinada, atenta y física, que no permitió errores.
El arquero Łukasz Skorupski también tuvo su noche. Sin necesidad de milagros, respondió con seguridad en cada disparo, cortó centros peligrosos y ordenó la defensa con experiencia. Fue un trabajo colectivo en el que cada línea del Bologna mostró compromiso y sincronización, anulando a jugadores como Rafael Leão y Christian Pulisic, que no lograron marcar ninguna diferencia.
Ferguson, el capitán valiente
Uno de los símbolos de la final fue, sin duda, Lewis Ferguson. El capitán escocés del Bologna recibió un fuerte golpe en el rostro tras un choque con Leão en el primer tiempo. Pese al dolor visible, decidió seguir jugando con una venda en la cabeza, mostrando una entrega total por su equipo. Su ejemplo encendió a sus compañeros y levantó al público.
Más allá del golpe, Ferguson fue el termómetro del equipo en el mediocampo. Distribuyó el juego con inteligencia, se sacrificó en la recuperación y contagió coraje en los momentos más tensos. Su liderazgo, tanto emocional como futbolístico, fue clave para mantener al Bologna enfocado y firme hasta el pitido final.
Un Milan sin respuestas
El AC Milan decepcionó. A pesar de tener más posesión y nombres pesados en ofensiva, nunca logró romper la resistencia del Bologna. El equipo dirigido por Sérgio Conceição lució predecible, falto de variantes y con poca conexión entre líneas. Los intentos individuales de Leão y Pulisic chocaron una y otra vez contra una defensa férrea, mientras que la circulación del balón fue lenta y sin sorpresa.
Ni los cambios pudieron cambiar el rumbo. El ingreso de jugadores como el mexicano Santiago Giménez y Tammy Abraham no generaron el impacto esperado. Al Milan le faltó claridad, pero sobre todo le faltó carácter para responder a un golpe como el gol de Ndoye. Se vieron superados en actitud, y eso fue lo que terminó marcando la diferencia en una final que parecía estar para cualquiera.
Un título histórico
Con esta victoria, el Bologna levanta su tercera Copa Italia, un título que no conseguía desde 1974. Lo hace además frente a uno de los grandes del fútbol europeo, lo que le da aún más valor al logro. La alegría fue total en el vestuario, con lágrimas, abrazos y cánticos que se escucharon desde los pasillos del Olímpico hasta las calles de Bolonia.
Pero este título también es un premio a un proceso serio, a un club que apostó por un proyecto a largo plazo y por una identidad propia. Vincenzo Italiano ha construido un equipo competitivo, equilibrado y con hambre. Hoy, Bologna no solo festeja un campeonato, sino que vuelve a sentirse grande.
¿Qué sigue para ambos equipos?
El Bologna, con este título, asegura su presencia en la próxima UEFA Europa League, algo que representa un nuevo desafío en su crecimiento continental. Con jugadores jóvenes, una estructura sólida y el impulso anímico de esta conquista, el equipo puede aspirar a mucho más en la próxima temporada.
El Milan, en cambio, deberá hacer autocrítica. Tras una temporada irregular y sin títulos, queda la incógnita sobre el futuro del proyecto deportivo. La afición exige respuestas, y la directiva tendrá que tomar decisiones para que el club recupere el protagonismo perdido. El golpe de esta final puede doler mucho… o servir como punto de partida para renacer.
Revive los momentos destacados del partido
A continuación, puedes ver los momentos más destacados del partido entre Bologna y Milan por la final de la Copa Italia 2024/25, cortesía del canal oficial de la Serie A en YouTube:
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