El fútbol mundial pierde hoy a uno de sus hinchas más entrañables. Manuel Cáceres Artesero, conocido por todos como Manolo el del Bombo, falleció este miércoles a los 75 años en Valencia, ciudad donde vivió los últimos años de su vida. La noticia ha conmovido no solo a España, sino al mundo entero, que durante décadas lo identificó como el hincha número uno de La Roja.
Manolo no fue un aficionado cualquiera: fue un símbolo de fidelidad, alegría y pasión por el fútbol. Desde que se enamoró de la selección española en los años 70, no dejó de acompañarla con su inseparable bombo, su camiseta roja y su energía inagotable. Estuvo presente en nueve Mundiales, siete Eurocopas y decenas de partidos clasificatorios y amistosos, siempre en primera fila, siempre alentando.
Un bombo que marcó la historia
El eco de su bombo retumbó en estadios de todo el mundo: desde Argentina 78 hasta la Euro de 2016. Su figura se volvió tan reconocible que incluso quienes no sabían su nombre lo recordaban como “el del bombo”. Con su gorra, bigote, pancartas caseras y un amor incondicional por España, se convirtió en una imagen inseparable de la afición española.
En el Mundial de Sudáfrica 2010 —donde España logró su única estrella—, Manolo fue noticia internacional cuando la FIFA le negó la entrada al estadio con su bombo, alegando cuestiones de seguridad. La medida generó polémica, pero también hizo visible el impacto cultural que este hombre tenía. A pesar de no poder entrar con su instrumento, su presencia fue notoria y emotiva.
De ícono popular a patrimonio emocional
Manolo también dejó huella en Valencia, donde dirigía el bar La Bodega de Manolo el del Bombo, una especie de museo lleno de camisetas, fotos y recuerdos de su vida futbolera. Su salud se fue deteriorando en los últimos años y no pudo asistir a los últimos eventos internacionales, pero su espíritu seguía presente en cada grito de “¡Vamos España!”.
Hoy, clubes, jugadores y aficionados han llenado las redes de mensajes de despedida. La RFEF expresó: “El fútbol español pierde a uno de sus grandes símbolos. Gracias, Manolo, por tanto amor a nuestros colores”. Ídolos como Iker Casillas, Andrés Iniesta y Sergio Ramos también recordaron su presencia en momentos clave del deporte nacional.
Un legado que no se apaga
Manolo el del Bombo será recordado como mucho más que un fan. Fue el latido constante de la grada, la voz que nunca se apagaba y el rostro que siempre estaba ahí cuando España salía al campo. En un mundo donde el fútbol se ha profesionalizado hasta lo impersonal, Manolo representaba lo más puro: el amor desinteresado por unos colores.
Hoy su bombo deja de sonar, pero su eco quedará por siempre en los estadios, en las transmisiones, en los recuerdos de millones.
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