Por Santos Gabriel Us Ake

Se cumplieron 44 años del cobarde asesinato del estudiante de leyes y asesor sindical Efraín Calderón Lara, conocido como “El Charras”, a quien nunca se le hizo cabal justicia porque solamente encarcelaron con trato preferencial y mínimas condenas a los jefes policiacos y agentes que perpetraron el crimen y además el autor intelectual el entonces gobernador priísta del estado de Yucatán, Carlos Loret de Mola Mediz, nunca lo tocaron.

En la actualidad una calle del céntrico fraccionamiento obrero de Infonavit de la supermanzana 26 con Palenque en Cancún lleva su nombre, a instancias de la CROC (Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos), mientras tanto la CTM (Confederación de Trabajadores de México) no deseó recordar el crimen porque luchó en Mérida contra las gestiones del sindicalismo democrático de Efraín Calderón Lara.

Fue un joven estudiante de leyes nacido en Hopelchén, Campeche, que se adelantó mucho a su tiempo en el derecho laboral porque en ese entonces aún predominaba una férrea explotación de la clase trabajadora yucateca por parte del empresariado y además las injusticias las avalada los gobernadores en turno y la propia CTM.

Para callar su activismo laboral, que no era más que utilizar las herramientas jurídicas para crear nuevos sindicatos, Efraín Calderón Lara fue secuestrando en Mérida por órdenes del propio jefe de la policía, derivado a su vez de las instrucciones que le dio el gobernador, y en consecuencia fue asesinado por el agente José Pérez Valdés de manera cobarde de un balazo en la cabeza en la madrugada del 14 de febrero de 1974 en el kilómetro 101 hacia Chetumal, cerca de los poblados de X-Hazil y Uh May, municipio de Felipe Carrillo Puerto, estado de Quintana Roo.

Y fue un vil secuestro porque no había orden de aprehensión, ni denuncia en su contra y además fue torturado y ejecutado o privado de la vida sin juicio por órdenes del director general de Seguridad Pública del Gobierno del Estado de Yucatán, Teniente Coronel José Felipe Gamboa Gamboa, con el apoyo de otros policías criminales como son el subdirector Carlos Manuel Chan, el comandante Víctor Chan y cinco policías más, entre ellos el ejecutor José Pérez Valdés.

En ese tiempo un servidor tenía 13 años de edad y vivía en el ejido Pedro A. Santos, Quintana Roo, y veía cruzar en la carretera federal 307 tramo Felipe Carrillo Puerto-Chetumal los autobuses de pasajeros con pintas en los costados que exigían “Muera Loret de Mola!” y “Loret de Mola asesino!”. Los estudiantes de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) de inmediato acusaron directamente al gobernador de Yucatán, Carlos Loret de Mola Mediz, del cobarde asesinato de su compañero de estudios, y aunque en su libro “Confesiones de un gobernador” trató de explicar que él no ordenó la ejecución, desde antes de cumplirse los 44 años la historia y la sociedad ha dado su veredicto de que él fue el autor intelectual del crimen, y coautores intelectuales algunos empresarios afectados con la creación de sindicatos democráticos y la CTM.

Con motivo del aniversario luctuoso del asesinato de Efrain Calderón Lara, alias “El Charras”, el profesor de Educación Primaria y Licenciado en Derecho, Javier Ciau Uitzil, propuso comprar al Ejido de X-Hazil el terreno ubicado cerca de la carretera de dicha comunidad del municipio de Felipe Carrillo Puerto, con proximidad al poblado de Uh-May, donde encontraron el 18 de febrero de 1974 el cuerpo sin vida a fin de construir ahí un monumento en su memoria.

En 1974 apenas habían transcurrido cuatro años del inicio de la construcción de Cancún como polo turístico (la fecha oficial del comienzo fue el 20 de abril de 1970). El presidente de la República era Luis Echevarria Alvarez, el secretario de Gobernación Mario Moya Palencia, el subsecretario de Gobernación Fernando Gutiérrez Barrios, el secretario general de la CTM Fidel Velázquez Sánchez, todos del PRI, quienes encabezaban en aquellos años el auge de la represión de los movimientos democráticos del país y la llamada “guerra sucia” de desapariciones en México.